viernes, 8 de noviembre de 2013

Los Beneficios del Sol

     El Sol, que es el capricho por antonomasia, miró por la ventana mientras jugabas en tu cuarto, y se dijo: “Me gusta su mirada”.
     Entonces descendió bruscamente por su escalera de arena y atravesó haciendo mucho ruido la ventana. Luego, se inclinó sobre ti con la extraña ternura de un padre y te dio con sus colores en el rostro. De ahí que tus ojos fueron en adelante miel y tus mejillas extraordinariamente bronceadas. Por haber contemplado al que te visitó, tienes esos ojos tan extrañamente grandes; y por haberte peinado el pelo con tanta ternura, se te quedaron para siempre los rulos dorados.
     Al mismo tiempo, cuando el sol expresó su alegría, llenó todo tu cuarto de una atmósfera calurosa, de un verano luminoso; y todo ese calor viviente pensaba y decía: “Estarás eternamente influida por mi beso. Serás hermosa a mi manera. Amarás lo que yo amo y lo que me ama: la playa, el helado, el ruido y el día, el mar azul inmenso, las sandías y las frutillas, el lugar donde estés, la amante que serás, las flores de colores, sus perfumes que aromatizan, las aves que dan vueltas y vueltas sobre el mar.
     Y serás amada por quienes me aman, cortejada por quienes me cortejan. Serás la reina de los hombres de ojos miel, a quienes también peiné con mis caricias diurnas, de los que aman el verano, la playa, las frutas, el helado, el lugar donde están, la mujer a quien conocerán, las flores coloridas y divertidas de la playa de todos los días, los perfumes que aromatizan el lugar, y los peces que nadan en las aguas turbulentas”.
Y por todo eso, hermosa y querida niña, estoy ahora postrado a tus pies, buscando en toda tu persona el reflejo del Dios amistoso, del padrino fatídico, del nodrizo envenenador de todos los soláticos.


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